domingo, 8 de março de 2015

LIBIA PLANAS | Edmundo Aray y sus héroes cinematográficos









Edmundo ArayNuestro cine –el latinoamericano- también tiene sus sagas. Y asimismo están plagadas de heroísmo, aventuras y magia. En el caso nacional, sólo basta recordar al prolífico director Román Chalbaud con sus películas “La quema de Judas”, “Sagrado y Obsceno” y “El Pez que Fuma”, trilogía que retrató a la Venezuela de las década de los años 70 y donde, inteligentemente, el cineasta criollo fusionó héroes y villanos reales, con el telón de fondo de un país que se debatía entre lo rural y urbano, entre el atraso y el “progreso”, entre el compromiso político y la vida fácil.
Han pasado muchos años y aunque la diversidad de temas hoy es amplia para el renovado cine venezolano, hay espíritus sensibles que prefieren abordar, por amor y convicción, la historia de una región que no ha terminado de construirse, y los héroes que han hecho posible estos acontecimientos.
Edmundo Aray es uno de ellos, y ha escogido esta temática utilizando uno de los géneros cinematográficos quizás más difíciles: la animación, y dar vida a personajes de barro moldeados por las manos de creadores populares y un grupo de ceramistas, reinventando, sin lugar a dudas, el cine de animación.
Aline DakaA propósito del próximo estreno de la tercera película de su trilogía sobre los protagonistas de la historia latinoamericana, “Simón Rodríguez, ése soy yo”, quisimos indagar un poco más sobre este creador multifacético que ha hecho del cine y la literatura, sus canales de expresión artística, y de la política y la economía, sus filosofías de vida. Cuatro áreas que son su pasión, según el mismo lo confiesa, y que para él, no están desligadas la una de la otra.
Primero fue “Simón Bolívar, ése soy yo”, película de animación sobre el Libertador suramericano a la que le siguió “José Martí, ése soy yo”, héroe anticolonialista, anti-imperialista y líder indiscutible de la independencia cubana. Ahora Aray echó mano del maestro, para recrear la última historia de esta saga animada nacional en “Simón Rodríguez, ése soy yo”.
En el set de filmación –una gran maqueta ubicada en el Departamento de Cine de la Universidad de Los Andes donde se mueven los muñecos de cerámica que representan los personajes- nos encontramos al hombre y artista. Es innegable su amor por este lugar. Se siente y se percibe su arraigo a esta cantera de cineastas que desde los años 60 ha hecho historia en el desarrollo del cine venezolano.
“Yo me vine a Mérida, estando en la Universidad Central de Venezuela, invitado por el rector Pedro Rincón Gutiérrez para que asumiera el cargo de Director de Cultura de la ULA, una dependencia por donde han pasado nombres de la talla de Gallegos Ortiz, César Rengifo, Oswaldo Vigas, Carlos Contramaestre, Salvador Garmendia, entre otros. En ese momento, Tarek Souki -director del Departemento- viaja a Italia, y en un tiempo determinado, yo paso a ser el director del departamento, luego de Souki, donde me quedo más o menos hasta 1994”.
Edmundo Aray seducido totalmente por el cine se entrega de lleno a este movimiento y a su actividad creadora como escritor. “En ese departamento me enamoré y me apasioné mucho más por el cine. Sobre todo, porque pensábamos que estábamos haciendo un gran trabajo, produciendo un buen cine realizado por jóvenes que, hoy en día, son grandes figuras de la cinematografía nacional, como Andrés Agusti, Carlos Azpurua, Thaelman Urgelles, Armando Arce y muchos más”, dice Edmundo Aray con entusiasmo.
Aline DakaTodo el mundo venía para acá, continúa, o bien a trabajar con nosotros, o para solicitar coproducciones. Por el Departamento de Cine de la ULA desfilaron cineastas latinoamericanos como Fernando Birri, Patricio Guzmán y Jorge Sanjinés. Esos tres nombres te dan una idea de la importancia que tenía el departamento.
Publicaciones como la revista Sardio, en Caracas, El Techo de la Ballena, y Rocinante, le dieron la oportunidad de explorar y expresarse mediante la literatura y la política, “porque ninguna de la gente de nuestra generación escapó de una militancia política. Normalmente ninguno de nosotros sabía en que organización política militaba. Muchos venían de la Juventud Comunista, Acción Democrática, el MIR, pero todos de alguna manera participaban del proceso insurrecional”.
“En Venezuela los intelectuales siempre han estado ligados a los procesos políticos. Yo, que estudiaba periodismo y economía, me reunía muchísimo con los escritores, a veces hasta tres o cuatro veces por semana. En consecuencia, no había tiempo para estudiar dos carreras. Mi vida comenzó a girar a partir de mi amistad con Carlos Rebolledo, entre la literatura, la militancia política, la economía y el cine. Esos han sido mis cuatro frentes de trabajo”.
Edmundo Aray reconoce que su relación con el cine se inicia gracias a su amistad con el cineasta Carlos Rebolledo, quien había estado en el exilio, estudiando en Francia, México, Chile, y luego se vino a hacer cine en Venezuela, con ideas claras y distintas. Las obras de Rebolledo estaban influenciadas en las propuestas fundamentales de Joris Iven y Chris Marker, y de los cineastas latinoamericanos.
“En esos días de café en Caracas, me dice -voy a hacer una película y yo te necesito a ti, porque tu eres el que está llamado para el cine- El había leído parte de mi obra, me conocía y habíamos hecho muy buena amistad. (estamos hablando de los años sesenta). Entonces me anima para hacer una película sobre la explotación petrolera en Venezuela de las compañías extranjeras. Era una historia en Cabimas sobre un periodista, un barbero y un pescador. Pozo Muerto fue su nombre. Creo que en ese proyecto aprendí a hacer cine parcialmente. Se basó en entrevistas, editamos en la UCV, e hicimos la mezcla y copia en Cuba. A partir de allí, me entusiasmó enormemente el cine, sobre todo porque nuestra literatura era en gran parte una escritura de denuncia, subversiva, de humor negro, provocadora, de cambio de lenguaje. En ese momento pensé que el cine era y es una auténtica arma para la liberación”.
Con humildad, el autor de la trilogía animada sobre Bolívar, Martí Y Rodríguez, reconoce que Carlos Rebolledo fue en principio un hermano, en segundo lugar su mejor amigo, un intelectual sumamente culto, un gran compañero, un artista excepcional que estuvo ligado a su vida personal por lo menos durante 30 años.
AmigAline Dakao personal de la ceramista Glenda Mendoza y de la escritora y docente Raiza Andrade, Edmundo Aray quedó impresionado de una exposición que Glenda Mendoza presentó en Mérida en la década del 90 sobre Simón Bolívar. Las piezas de Glenda lo cautivaron de tal manera que él, ya vinculado al cine, como Director del Departamento de Cine de la ULA, no vio la exposición como el resto del público, sino como una película. Aquellas piezas estáticas, llenas de color, adquirieron para él, movimiento y narración
 “Pero si aquí hay una película, dije”, a lo que Glenda y Raiza, cómplices, respondieron afirmativamente. Muchas peripecias y altibajos tuvieron que sortear estos tres artistas para ver realizado su sueño, y luego de un arduo trabajo, se pudo presentar en 1994 esta película animada, donde Edmundo compartió la dirección y el guión técnico con Raiza Andrade, ayudados en esto último por Adalberto Hernández y Glenda Mendoza. Escritor nato, Aray se encargó del guión literario. Fue un equipo grande de gente que llevaría páginas nombrar, pero donde destacan artistas reconocidos como Césary Jaworski, Irina Dendiouk, David Rodríguez, Johnny Parra, Lucrecia Chávez, Luis Astorga, Alberto Arvelo Mendoza y Nazcuy Linares, por sólo citar algunos, cada uno en su área. Premios nacionales e internacionales dan fe del impacto de esta primera película animada de héroes locales.
“En Bolívar, ése soy yo nos sustentamos en la improvisación, de la creatividad en el lugar mismo de trabajo, de la locura, del riesgo total, con gente ya experimentada en el cine como Césary Jaworski y Adalberto Hernández, junto con Rayza y yo, que nunca habíamos sido directores. En consecuencia, es una película de una gran frescura, irreverente. Cada uno de nosotros tenía una imagen de Bolívar y de allí surgió el título de la película”.
El entusiasmo de la primera entrega sobre Bolívar dio pie a la segunda: “José Martí, ése soy yo”, esta vez sobre el héroe y poeta cubano. Aquí se valió de las piezas de cerámica de Ernesto Boichencko, Alba López y Ramón Albornoz, para escribir un guión y producir y dirigir una película sobre la singular vida del artista caribeño. La película se presentó en el año 2005.
Aline DakaEn el mes de noviembre de este año, en el marco del XXXII Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Cuba, Edmundo Aray presentará su tercera película animada: “Simón Rodríguez, ése soy yo”, cuyo rodaje concluyó recientemente. Gabriel García Márquez, presidente de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, estará entre el público asistente.
“Esta película ha pasado por muchos procesos. Nunca había pensado tanto una película. Es una película minimalista, literalmente con el mínimo de elementos posibles, trabajando, fundamentalmente, con primeros planos y planos medios, haciendo algunas concepciones a los códigos del cine formal, y particularmente del cine norteamericano. Todo es el resultado de un taller de trabajo en equipo, y responde, de cierta manera, a los planteamientos estéticos de la película sobre Martí”, aclara Aray, sin negar que la propuesta fundamental de las tres películas se mantiene: personajes que prácticamente no se mueven, no se hace animación propiamente dicha, sino que los personajes hablan y hablan sus parlamentos, no con voces infantiles, sino con la voz que se supone, responde a cada uno de ellos.
“Yo estoy muy contento con el resultado del trabajo -afirma convencido Edmundo Aray- es muy buena la fotografía, excelente. Y se ha dado un fenómeno bien interesante y es que en esta, la mayor parte del equipo que trabaja es de jóvenes. Hay gente muy valiosa como Jhony Parra, hoy más maduro, pero con una formación resultado del estudio, “Cheo” Guillén, David Carmona, Vannesa Arteaga, Gerard Uzcátegui, María Julieta Aray, y la ceramista Alba López. Tu estás filmando y estás respirando juventud, y tienes que convertirte en un muchacho, porque a fin de cuentas, la propia película te lo pide, te exige ser ingenuo y fresco y tener el espíritu de los jóvenes”.
Libia Planas (Venezuela, 1944). Periodista y ensaysta. Ha publicado Mujeres del Sur (2008). Contacto: clauvia@hotmail.comPágina ilustrada con obras de la artista Aline Daka (Brasil).

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