quinta-feira, 7 de julho de 2016

ALFONSO PEÑA | Eunice Odio: “la chamana de la alquimia del verbo...”


Eunice Odio, “la chamana de la alquimia del verbo”, “la pasajera de la niebla líquida”, la creadora de “realidades paralelas”, la poeta que habita “una galaxia soñada por ella  misma”. 
La excelsa Eunice que en una tarde de los setentas “nos reveló” a varios incipientes poetas en un bar en los alrededores del Museo Nacional de San José  (atendido por un tabernero llamado Harry, como el personaje del Lobo Estepario de Herman Hesse) su poema Declinaciones  del Monólogo, en la voz clarividente de un transeúnte anónimo:

Arqueándome ligeramente
sobre mi corazón de piedra en flor
para verlo,
para calzarme sus arterias y mi voz
en un momento dado
en que alguien venga,
y me llame.

Desde esa tarde luminosa nos engarzamos a la saga de Tránsito de fuego, a  los seguidores de su teúrgia dionisiaca, los carbunclos que se transforman en escarabajos azafranados, las aleaciones  que se transmutan en el coloide rubi…

Y bajo más,
a las inmediaciones del aire
que aligerado espera las letras de su nombre
para nacer perfecto y habitable.
Bajo,
desciendo mucho más,
¿quién me encontrará?

Su mensaje cifrado, su feminidad universal que se metamorfosea en clepsidra mágica, en esfera prehispánica, en cenote esplendente, lo hemos transmitido y compartido en las revistas Andrómeda y Matérika, en plurales lecturas de su poesía en diversas ciudades de nuestro Continente, en el artefacto poético-gráfico Manija, y en innúmeras “comunidades de la imaginación”…
La presente “encuesta poética” preparada especialmente para esta edición responde a la  iniciativa de amigos y lectores que “abonan” incondicionalmente el  “embrujo Euniciano” y que de un modo heterodoxo  lo definen como “hermético, musical, cromático y una de las obras más hermosas del siglo XX…”
Un abanico de cultores de diversos linajes  (con sus raíces en la “Patria Grande”), acudieron a nuestro llamado y de un modo ágil, apasionado y con verba particular, expusieron sus conceptos, juicios, anécdotas y apuntes alrededor de la obra de la autora de Territorio del alba.
¡Se abre la sesión!

ALFONSO PEÑA | ¿Cuándo y cómo fue tu encuentro con la poesía de la creadora de Tránsito de fuego? ¿Cuál es la emoción que en vos permanece después del “descubrimiento y alumbramiento” con la poesía de Eunice Odio?

AGLAE MARGALLI | Mi aproximación a la poética de Eunice Odio se da a partir de los vínculos que encuentro en su obra con la de otros poetas cuya lectura ha sido determinante en mi propio tránsito por la poesía. 
En la poética vallejiana por ejemplo, encontramos la búsqueda de Dios en el dolor humano. En tanto que Eunice expresa: “Tal y como entiendo la tarea del poeta, es casi lo contrario de un buscador de sí mismo exclusivamente. El poeta anda buscando a Dios y sólo lo encuentra en el fondo de todos los hombres".

CARLOS BARBARITO | Con Eunice Odio me sucede lo mismo que con otros poetas: tengo la impresión de que conozco su obra desde siempre. Claro, hubo una primera vez –siempre la hay como también hay, lo digo sin dramatismo, una última vez-, tal vez en mi adolescencia, cuando, en un día y hora imprecisos, que me enfrenté, de modo inaugural, con sus poemas. Ahora, ¿cómo llegaron a mí? -pregunta que no logro responder. Siempre pensé, lo pienso todavía, que si no hay emoción no hay poesía. Y es emoción lo que me produce la lectura de muchos de los poemas de Eunice. Cito, al azar, algunos versos: "Y yo, sombra sonora del futuro/también estoy allí,/soñada por dos cuerpos transparentes/que se besan y funden y confunden..."

ENRIQUE DE SANTIAGO | Fue un encuentro que se fue dando de forma progresiva. Recuerdo que la primera vez fue hace unos diez años, en que leía a un autor (que no recuerdo) y que encabezaba su texto con un extracto de uno de sus poemas, el cual me llamó profundamente la atención, tanto por su poderosa energía –la que se conjugaba de manera precisa con una sutil levedad–  como por sus equilibrios y componentes armónicos que se expandían sin limitantes a partir del uso de la palabra, estos aspectos fueron los que de inmediato me cautivaron para buscar ávidamente algo más de ella.
En aquellos años no existía la cantidad de información que hoy tenemos en las redes, por lo que me fue muy difícil conseguir más material de ella. Menos pensar en conseguir sus libros, ya que por disposición geográfica y miopía editorial de nuestro país, costaba mucho conseguir sus ediciones. De pronto aparecía algo de una publicación antológica realizada por Juan Liscano, pero fundamentalmente fragmentos, y con el pasar de los años, recopilaciones más extensas, pero siempre por internet. En otras oportunidades algunas fotocopias, una antología de letras latinoamericanas, pero en general muy poco para la estatura de esta poeta fundamental. Entonces, este acercamiento hacia la poesía de Odio, se fue profundizando en la medida que su trabajo se fue exponiendo y difundiendo en la red global. Un día accedí de forma electrónica a sus Obras Completas, editada por la Editorial de la Universidad de Costa Rica y la emoción que sentí al ir adentrándome en su obra poética, fue similar a la experiencia que tuve con la pintura de Leonora Carrington, fue esa sensación de encontrarme con una vieja amiga que me hablaba desde otro plano dimensional, la cual me entregaba los signos para decodificar los misterios pendientes, una suerte de compañera de ruta en este frágil trazado llamado vida, porque ella es reveladora del misterio en sus variadas formas, desde el inicio de sus escritos, donde nos habla desde la sensación corpórea que teje puentes de energía hacia el cosmos , hasta su libro Tránsito de Fuego, donde nos adentra en una simbología más profunda, logrando una mayor comunión con la poesía surrealista y sus afluentes como la alquimia y el hermetismo. Siento que Eunice Odio, es una compañera de ruta anterior, una recolectora de datos sutiles, que se anticipó para dejar sus áureas dádivas a nuestra disposición para hacernos crecer en el Uno, esa infinita extensión que no me cabe duda que ella presintió a través de su poesía.
Hoy es responsabilidad de todos, escritores y lectores, de proseguir con estas tareas de hacer llegar su obra hacia un público más masivo, y no sólo dejarlo en las esferas de los ámbitos netamente literarios, sino que trabajar para que sus trabajos sean conocidos por las grandes masas, de manera transversal y periódica, arrimándola especialmente a los más humildes, labor que en su momento quedó trunca, con la llegada de la posmodernidad (previos períodos dictatoriales en Latinoamérica), con sus nuevas necesidades, todas ellas más cerca del consumo banal y enfermizo, y tan lejos de aquellos bienes intangibles esenciales para el espíritu. Lo que se constituye como una tarea pendiente a gran escala. La imagen “espectacular” parafraseando a Debord, se imponía por sobre la naturaleza y la tradición ancestral de nuestros pueblos, más cercana al imaginario de Eunice Odio.

FLORIANO MARTINS | Creo que mi primera lectura de Eunice Odio fue de la mano de Juan Liscano. Tuvimos una corta correspondencia en la que Juan me hablaba de sus poetas preferidos, entre ellos Eunice Odio y Olga Orozco. Otra aproximación fue cuando Stefan Baciu me regaló un ejemplar de su libro Costa Rica en seis espejos (1976). Por fin, cuando finalmente pude leer su obra el impacto fue decisivo. Tengo los tres tomos de sus Obras completas (1996). Confieso que Territorio del alba es un libro al que regreso con frecuencia. La magia dulcísima de la poesía de Eunice es una compañera entrañable en los éxtasis de la creación. Tengo la costumbre de caminar con algunos libros cuando estoy creando, como si fuesen “acústicos espejos”, para utilizar una imagen de la misma Eunice. Este es un libro en que los árboles cantan y bailan. Un libro de las transfiguraciones. Por supuesto, un libro de viajes. Y el libro donde podemos encontrarnos con “Declinaciones del monólogo”, uno de los más bellos poemas de la lengua.

GUILLERMO FERNÁNDEZ | Mi contacto con Eunice Odio fue durante mi juventud. Me pareció una autora que había logrado un lenguaje muy personal, al igual que autores como Vicente Huidobro. Tránsito de fuego es un libro que utiliza su propia cosmología, como el mismo William Blake. Compendia un universo que no se puede descifrar con ninguna clave.  El único protagonista es el lenguaje. Sus otras poesías anteriores son las que más hablan de ella como mujer y poeta de la vida. Son las que están más cerca del lector promedio.
Por otro lado, cuando era muy joven, como tenía poca experiencia, también empecé a admirarla por escribir en forma hermética. Hoy ya no tengo esa opinión. Admirar a autores por escribir herméticamente carece de sentido. Lo que me parece hoy día es la sencillez. Y no es fácil lograrla.

GUILLERMO SÁENZ PATERSON | Mi primer encuentro con Eunice Odio  fue en la “librería de viejo” El Erial. Recuerdo que el dueño de la “compraventa” don Carlos Valverde fue el que me vendió una edición guatemalteca con la poesía de Eunice Odio. En el primer  momento no le presté la  debida importancia pues yo estaba sumergido escribiendo el poema Oda al Marqués de Sade y creando otros poemas.  Sin embargo, recuerdo que de Eunice se hablaba mucho  en las tertulias, por la Universidad, en aquellos lugares bohemios como La Perla, La Esmeralda, La Soda Palace…  Incluso en La Perla nos reuníamos en una especie de “tertulia informal” con el poeta nicaragüense Carlos Martínez Rivas que vivía en San José y en más de una ocasión, Carlos, expresó su pesar y dolor por la situación en que estaba Eunice en México y verdaderamente se dolía de lo que le pasaba, no obstante, nos repetía a los poetas que asistíamos a las tertulias que teníamos que leer la poesía  de Eunice Odio…  Con el pasar de los años leí sus poemas y para mí fue todo un descubrimiento. Yo iba a la Biblioteca Nacional a leer su poesía.  Con respecto a la emoción que me puede producir la poesía de Eunice es un hecho innegable, con su poesía me ocurre algo muy interesante, a través del tiempo tengo encuentros y desencuentros, amores y desamores… Por ejemplo en los últimos meses la he tenido muy presente por que vos y Amirah Gazel, con muy buen tino la incluyeron en la expo surrealista Las llaves del deseo, y también por el trabajo que proyecta Floriano Martins desde Agulha Revista de Cultura. Hace pocos días me reuní con algunos poetas noveles y desde el inicio de la reunión hasta el final estuve leyéndoles poemas de Tránsito de fuego.

LUIS FERNANDO CUARTAS | Eunice Odio es siempre una evocación, aparece como una mujer que abre una puerta secreta de un solo golpe y deja humo y algo de conspiración cósmica, cuando aparece nos deja la sensación de volverse ineludible. Yo miraba bibliotecas de un lugar a  otro, buscaba que pasaran libros de mano en mano, era siempre una sorpresa mágica, cuando leí una vez ese nombre extraño y bello, Eunice Odio Infante, quedé con la urgente necesidad de conocer más sobre ella. No existía el internet, o al menos como hoy lo conocemos. Tocaba bibliotecas, preguntar entre amigos, husmeaba sus datos. Poco se conocía de ella en Colombia, algunas fotocopias y algunas referencias aisladas. Una vez tuve la suerte de ver el texto de la correspondencia con Juan Lizcano, Eunice Odio/Antología-Monte Ávila Editores, Caracas 1975, leer sus  cartas con sus metáforas angelicales que volaban como chapolas entre el fuego, su misticismo carnal y sus goces sensuales entrelazados con una sorprendente lucidez que causaba asombro y algo de extrañeza en medio de una avidez por nuevas lecturas y formas encantatorias con las letras. Luego Raúl Henao, me habló más de ella, Oscar González, algunos amigos bibliotecarios de la Universidad de Antioquia y pude comprar dicho libro en una compra de libros dignificados por el uso, con un amigo que vendía el libro, no “usado” sino leído y humanizado. Desde eso inicié un dialogo evanescente, entre mito y realidad, entre simbologías y laberintos. El apellido Odio, que una vez supuse como un mito, es de origen español, entre otras, catalán y provenzano, cosa que me motivó aún más en conocer a una mujer con semejante apellido y esa capacidad de amor sin precedentes.
Todo esto me fue llevando por el “Rastro de la mariposa”, para usar uno de los títulos de uno libro de relatos de su obra. Aniceto Odio, casi le niega su apellido, entonces hubiéramos tenido a una temible y bella Infante, rodando por la América. Supe que fue lectora voraz desde muy joven, viajera incansable entre Nicaragua, Salvador, Honduras, Cuba, Estados Unidos, en Guatemala pidió nacionalidad, abandonando su origen y mucho después pidió nacionalidad mexicana, convirtiéndose en una creadora de su propio mundo, una transeúnte, una buscadora del ritual no de iniciación sino de la realización. Un creacionismo vital, una capacidad de ser deshaciéndose, ser de un lugar y de otro, una ruta migratoria entre el pensamiento y sus dramas vivenciales.
Estuvo en 1947 en Guatemala, haciendo conferencias, publicando, recogiendo un premio de poesía. Un matrimonio demasiado joven con un hombre mayor, en Costa Rica, su ánimo independentista y su capacidad de interrogarlo todo, de hacer magia cotidiana con su poesía, hace que renuncie a su patria por falta de condiciones para su labor, pasa a Guatemala, y luego de allí sale en otro exilio para México.  La andariega iluminada, la mariposa errática, no se encuentra en un paisaje único, ella es una creadora de “elementos terrestres” hace su territorio y su conjura, sabe del tránsito del fuego como una oda en crescendo entre su vida errante y sus vivencias de dama lunática, capaz de hacer no una biografía de su poesía, capaz de hacer, un ritual intimista que hablar  de sí misma desde el pozo de la desolación, la muerte y el amor candente, la mística y el silencio, la hondura de la creación poética, como si todo eso junto fuera de verdad el gran calidoscopio de una hechizada de sí, una maga espiritual para nuestra poesía.
En México se atreve a cuestionar el régimen de Castro-Cubano, no sin antes publicar cuentos, traducciones, ser crítica de arte y periodista cultural, sus opiniones contra la dureza del régimen cubano, le creo mala imagen dentro de la izquierda Mexicana. Más si miramos su postura, su capacidad de entrega  al arte, en particular a la poesía, su obra dista mucho de  ser una vulgar opositora, ella es una independiente, una no sometida al rigor de una estética de códigos estrechos y de manipulación de contenidos; Con razón fue admitida en Zona Franca, una gran revista Venezolana, donde tuvo una gran correspondencia con el poeta Juan Liscano.
La mariposa errática, jugo su vida a la poesía, busco en Los elementos terrestres (1947), la sensualidad mística, un orden de vitalidades y una lógica de errancias, bella como una flor dura que se abre a las madrugadas como un sol derretido ente el nacimiento de una ostra. Luego su “Zona en territorio del Alba”, publicado en Argentina (1953)  nos deja esa perplejidad de lo común, la palabra como anzuelo para hacer salir el pez de la pecera del misterio; en ella está una contemplación rosacruz, una daga de luz sobre lo cotidiano, una advertencia sobre un oficio difícil pero necesario, el juego de acariciar con la metáfora y luego saberse desnudos ante un acantilado de deseos. Su mayor logro es habernos dejado “El tránsito de Fuego” poema encadenado en poemas, juego de versos que se exaltan uno contra otro, una historia casi prometeica de hacer el mundo, de pensarse a sí misma como un cuerpo encendido, como acto fundacional de un Ion que conduce los pasos de la creación, acto sin patria, condición desplazada y errante de los seres que recrean la existencia. En ese tránsito se despoja de la condición de la poeta que escribe, se hace poeta con afán de saber, se desviste de honores y  de presencias grandilocuentes, sola, desnuda, enfrenta un viaje épico sobre ese acto supremo de ser un pequeño dios como diría Huidobro, hacer que el caballo cabalgue, que la catedral se siente erguida y que la nube hable, todo en un acto simbólico, en una depuración del lenguaje, en una acción donde la palabra cobra vida y nos cubre, hasta hacernos de nuevo, nos arropa de incertidumbres pero a la vez de deseos y de una lumbre que después de ser vista no nos dejará en paz para el resto de nuestras vidas: un rostro que mira hasta convertirnos en incendio.
Eunice merece estar sentada en un café conversando con ángeles ebrios, cortejada por un sibarita salido de un poema negro, ella misma tomando la palabra como quien toma una copa para luego vaciarla sobre nuestras testas y dejar que corra el vino como una lengua nueva, intraducible para el lenguaje de los oficinistas y los mercaderes del libro como exotismo y coleccionismo muerto. Creo necesario sacarla de ese “culto secreto”  y hacerla caminar entre nosotros, con su bufanda al viento, volver a incitar a sus lecturas, buscarla y hacerse más amigo de ella en esa ausencia que reclama. 

MARCELA VALDEAVELLANO | Tenía diecisiete años, estaba en el bachillerato en letras, aquí en Costa Rica, puesto que era pésima en ciencias y me mandaron de Guatemala a estudiar a San José. En la clase de periodismo, nuestra profesora cubana nos llevó fotocopias de algunos poemas de Eunice Odio y nos dijo: –“es la Teresa de Ávila de Costa Rica”–. Mi amiga Laura Vargas, vecina de pupitre, comentó: –“Qué pereza, más poesías de santos”– y ambas nos reímos agazapadas. De pronto, surgió la palabra encendida, leímos, de Declinaciones del Monólogo:

Me calzo mis arterias
(qué gran prisa tengo),
me calzo mis arterias y mi voz,
me pongo mi corazón de piedra en flor,
para que en un momento dado
alguien venga,
y me llame,
y no esté yo
ligeramente arqueada sobre mi corazón, para verlo.
y no tenga yo que irme y dejar mi gran voz,
y mi alto corazón
de piedra en flor.

En ese momento, nos vimos las caras sorprendidas y comentamos: “esta mujer no es cualquier poetisa, sabe lo que es la resurrección de la carne…” y Laura añadió: –“Y la vida perdurable”.

MÍA GALLEGOS | La primera emoción que tuve al leer fue la de quedarme maravillada por la riqueza verbal.  Unida a esta emoción surgió otra: ¿cuál es el mundo que la poeta nos presenta?  Me producía la sensación de haber vivido en una época lejana en un lugar así: numinoso.
Hoy día, sigo sintiendo esas mismas emociones, aunque claro, cuando uno trata de interpretar su obra, descubre todas las vertientes de ese cauce gigantesco que es la obra de Eunice Odio.

ÓSCAR GONZÁLEZ | Todo se realizaba en mí, al escuchar su voz teatral, la voz de lo inaudible, la voz formándose en el teatro de Eunice Odio; lo que hacía relación al misterio de la Voz y el Gesto de la insaciable e incesante posesión y dominio de la inquietud de lo inaudible. Yo su lector de Airo y Aira, en esa turbulencia exótica de lo teatral en ella, de la voz que escuchaba de ella en mí, de lo que tenía para mí que se movía entre la realidad natural de la luz y la tiniebla, que se movía en mí como la Biblia que ella llevaba entre el Libro del Génesis o el Libro de Job o el Libro de los Salmos, para hacerse a su voz ante sí misma y ante mí. Visión de la vidente Odio. Y como le decía a Juan Liscano: “Sostengo que la vida de la Biblia le habla al poeta y, a la vez habla de él. (Por poeta entiendo a todo el que crea, aunque nunca escriba un poema). (…) Según la Biblia, los sabios –es decir, los poetas–, son “la sal de la tierra”. Pero la Biblia también profetiza y enseña mucho acerca del destino”. (Carta 7.) Temblor del instante era y es lo que todavía me llevo a extraer de su videncia. Inminencia de lo desconocido ante ella misma y esa inmensidad de lo desconocido es lo que todavía leemos en ella, leemos en Tránsito de fuego. Y ese coro al iniciar el libro que nos dice: “Todo lo confunde./Hoy es de día en todas partes./Lo saben ya la sal y los profetas.”. Como él y ella, en un abismo de tormentas lunares, hundidos, exhibiendo con insolencia, las transparentes alas de ÁNGELES aún intactas y VÍRGENES. Videncia que se hace entonces en ella desde el Libro, como principio y medio incomunicable de la ciencia del conocimiento del sentir y hacernos sentir.
Juan Liscano me envió desde Caracas, el libro de Odio que había hecho Monte Ávila Editores: Antología, a una solicitud, atrevida, que le hice, pero Odio la merecía y yo necesitaba tener el Libro. 

RODRIGO VERDUGO | Mi encuentro o descubrimiento de la poesía de Eunice Odio, se debió en primer lugar a que vi un epígrafe de ella en un libro de una joven poeta colombiana. Esto ocurrió durante el año 2009. Antes de eso desconocía por completo la figura y obra de Eunice Odio, acostumbrado como estaba a un estudio sistemático de la literatura chilena y descuidando como lector parte importante de la poesía latinoamericana. La segunda instancia fue un poco mas azarosa, o más bien que responde al azar objetivo del que hablaba André Bretón puesto que encontré entre muchos libros que estaban en la calle (cerca de mi domicilio), el libro “Eunice Odio en Guatemala” de Mario A Esquivel. Allí me adentré en la compleja y extraordinaria personalidad de Eunice Odio, y en muchos fragmentos de su obra poética. De esta forma tuve conocimiento de títulos como: “Los elementos terrestres”, “Zona en territorio del alba”, “Transito de fuego,   “El rastro de la mariposa”, “Territorio del alba y otros poemas. En todos los fragmentos citados de estos libros me encontré con textos en su totalidad apoyados en la referencia mítica y en una densidad musical. La impresión que tuve después de su lectura, fue la de una poeta que oficia su propia palabra, estando en posesión teúrgica de ella, al igual que Olga Orozco. Es una poesía que indaga en las sobredimensiones del erotismo, y de la magia, escudriñando arcanamente en ambas. Poeta también que se compenetra de poderes místicos, aludiendo en forma permanente al igual que Hoelderlin, a una simbología bíblica. En Eunice Odio ella vida y obra se fusionan, dando lugar a una de las personalidades más enigmáticas, de la poesía latinoamericana, yo sumaría su nombre también a poetas chilenas que al igual que Odio iniciaron una búsqueda similar: Stella Díaz Varin, Francisca Ossandon, Olga Acevedo Gladys Thein, Winett de Rokha, y últimamente veo igual fuerza y una personalidad semejante en  la collagista surrealista Singwan Chong Li.

ALFONSO PEÑA | A más de cuatro décadas de su fallecimiento en Ciudad de México y a pesar de que en el presente es más conocida que en su “triste período mexicano”, Eunice Odio, no obstante de ser “valorada y celebrada” por poetas y escritores como Alfonso Reyes, Carlos Pellicer, Luis Cardoza y Aragón, Juan Liscano, Joaquín García Monge, Carlos Martínez Rivas, entre otros, prácticamente es “desconocida” en el ámbito latinoamericano. Se la considera una poeta de “culto”, “la gran poeta de América”, sin embargo sus libros y ediciones son escasos y no están representados en los centros del libro del Continente. ¿Quedará su obra como el Rastro de la mariposa? ¿Tu “mensaje de humo” a los editores de los consorcios del libro?

AGLAE MARGALLI | A Eunice Odio, le ha sucedido igual que a tantos grandes poetas, como César Vallejo, Silvia Plath (por mencionar algunos) que experimentaron en vida el abandono, la marginación y la soledad. Víctimas de su propio genio pero conscientes de su destino.  
En la obra de Odio está presente de algún modo esa extrañeza de sentirse un “ser distinto”, como también lo expresó Rimbaud: "yo soy otro". Me refiero a esa extranjería que también experimentó Vallejo en algún momento. La sensación de vivir fuera de tiempo, como un ser que transita ajeno a su propia identidad en su afán de ser el otro y en el otro uno en Todo.
Eunice expresa: 

"Extranjero nací desde mi tumba
Soy el Otro
El que se va y jamás regresará"

(Tránsito de fuego

CARLOS BARBARITO | ¿Cómo saberlo? ¿Qué quedará de su poesía, así como la poesía de tantos otros? Es una pregunta ante la que sólo puedo hacer votos para que los editores publiquen su poesía y para que haya muchos lectores que entablen diálogos con ella. No es el suyo el único caso de "poeta secreta", de la que críticos y colegas hablaron y hablan, pero sus libros circulan de manera restringida, oculta. Tengamos en cuenta, como dice un viejo amigo, que los poetas somos inéditos aunque hayamos publicado; pensemos en Eunice Odio: una obra profunda y rica pero apenas circunscripta a pocos círculos. Esos rótulos de "poeta de culto" y semejantes son eso, simplemente rótulos, si no se da lo verdaderamente importante: la difusión.

ENRIQUE DE SANTIAGO | El fenómeno literario en torno a Eunice Odio, es más menos reiterativo en nuestra escena cultural latinoamericana, y podemos citar a un número importante de mujeres poetas que no obtuvieron mucha atención al comienzo de sus carreras literarias,  primeramente por una condición de género, debido a los años en que le tocó vivir, donde ciertamente se daba una gran resistencia hacia las mujeres emancipadas y que además se atrevieron a participar en un ámbito tan hostil para ellas como es el de la cultura, entonces hay una lógica del olvido o la nula difusión de estas obras. Quizás sólo Gabriela Mistral, quien ganó un Premio Nobel, y que además, gracias a su tenacidad y su labor en el área diplomática y educativa-social, la salvaron de ese manto amnésico que cubrió a otras creadoras como Alejandra Pizarnik en Argentina, Stella Díaz Varín en Chile o la peruana Blanca Varela, por citar sólo a algunas. Por mi ubicación geográfica, sólo he tenido acceso a fragmentos de Rastro de la Mariposa (como libro), con lo que está disponible en internet, y esto tiene que haberle pasado a muchos quienes amamos la altas letras, que al encontrarse con tamaño tesoro literario, nos surge el hambre por seguir leyendo su obra, y nos damos cuenta que la disponibilidad de su trabajo es muy escaso. Esto se debe a que ha tomado mucho tiempo para emerger de ese plano oculto que por diversas razones fueron situadas ellas y otras notables creadoras, y que con el paso de los años, han comenzado a florecer con fuerza, primero de boca en boca, para después asomar de publicación en publicación. Pero aún falta mucho, y espero que su obra se publique de manera masiva. Un  segundo factor fue el escaso alcance de los medios de comunicación en las respectivas épocas que le tocó vivir. La prensa escrita, no dio mucha cobertura a sus trabajos, y las editoriales, por lo general más que imponer un criterio literario, seguían los gustos del público, salvo contados ejemplos como el caso de la Editorial Nascimento en Chile, que apostó por las voces nuevas y desconocidas (a partir de su encomiable labor desde los años 20 en adelante). Es por lo tanto importante difundir y re-editar su poesía que tiene una alta factura, y  reconocer todas las partes involucradas en nuestra construcción como seres de esta parte del mundo, y es ahí donde podemos tomar o coger las enseñanzas anteriores y especialmente la confesión poética de Eunice Odio, y tomar posesión de la magia que ella en sus versos despide y que nos circunda

FLORIANO MARTINS | Justamente en México, en 1985 el Fondo de Cultura Económica publicó una edición de la Antología de la poesía hispanoamericana, organizada por Juan Gustavo Cobo Borda. Este libro, por su referencia editorial, debería ser la “la columna angular” más importante de la tradición lírica de Hispanoamérica. Lamentablemente es un libro poblado por ausencias lastimosas, entre ellas la de Eunice Odio. Ausencia que se ha repetido en muchos otros casos. Pero ahora no se resuelve nada con lamentar lo pasado. Hay que hacer un inmenso trabajo de recuperación, una “restauración” de la calidad renovadora de su poética, un desafío para muchos, incluso para nosotros, que ahora preparamos  esta edición virtual conmemorativa. La iniciativa es el  mejor “mensaje de humo”.

GUILLERMO FERNÁNDEZ | Eunice Odio es una autora y será siempre una autora para poetas. Es muy difícil que su poesía venza el marco de referencia de su propio código. Su capacidad como poeta es indudable, pero de ahí a pretender que se divulgue en forma masiva es una utopía. A su vez, me parece que Eunice no pensaba en conglomerados cuando se decidió por un estilo. Sería extraño pensar que la autora quisiera ser poeta del pueblo, como Neruda o Benedetti. Nada más lejos que eso. Creo que Eunice luchó contra el lenguaje para convertirlo en un significado para ella. Crear un mundo en poesía. Solo para pocos.

GUILLERMO SÁENZ PATERSON | Soy de la opinión  que en la Antología de Juan Lizcano dedicada a Eunice Odio, se reafirma su trascendencia. Los elogios son unánimes de parte de escritores importantes de Latinoamérica  como Alfredo Cardona Peña, Juan Bañuelos,  José León Sánchez, Augusto Monterroso, Luis Cardoza y Aragón y todos la consideran una poeta extraordinaria, fuera de serie. Lo que sucede con esta poesía hermética y difícil de interpretar es que necesita mucha maduración. Recuerdo las palabras de Federico Nietzche al decir que ciertos poetas y su obra tan personal ocupan hasta 100 años de maduración. Mi mensaje para los editores internacionales es que la lean, la conozcan y se atrevan a difundir una obra tan preciosa, tan llena de símbolos luminosos en estos tiempos de oscurantismo… A mí me ocurrió con las primeras lecturas de Territorio del alba, de inicio experimenté un rechazo ante esa arquitectura verbal, después realicé una y otra lectura y relectura  hasta comprenderla y digerirla  en su expresividad.  La poesía de Eunice poco a poco va ganando interés y lectores y quiero destacar este “dossier” de Agulha Revista de Cultura que va a  revitalizar su poesía y su figura evanescente.

LUIS FERNANDO CUARTAS | Hay que seguir el “Rastro de la Mariposa”, su periplo por la vida, confieso que no he leído dicho libro de relatos, pero igual el título me sirve de pretexto para seguir sus vuelos, para indagar más sobre su obra y su vida. La mujer triste de la bañera, encontrada a los días después de haber visitado su propio cielo, la voluptuosa hada fría, la colérica espadachín del verso, merece una reedición de sus textos, más no una obra para quedar entre las estanterías y los recuerdos brumosos de aliados y cultores. Para muchos nacida en 1922 y para otros en 1919, siempre esquiva, inconseguible, escurridiza entre los nombres y sus fantasmas que la nombran, para unos, muerta un 23 de mayo, para otros  ella muere un 23 de marzo del año 1974. Eso mismo nos deja perplejos, evanescente, ella misma fantasmal, se nos va y se esconde: hay que invitarla a salir,  su obra habla por ella. Una poeta que puede estar en el sitial con W. Blake, con Milton, con Huidobro, con Lucrecio, no pude dejarse abandonada y que siga mirada de soslayo. Ella buscaba no el renombre, ni la codicia, ni la condición de ser para la posteridad, ella era la poesía expuesta, como tal ella estará como un destino implacable entre nosotros, volver a leerla, indagar sobre su obra, esa riqueza que es su legado, como ella misma nos decía:

Por lo que a mi  toca, en cuanto tengo tiempo lápiz y papel, bien sé cómo hacer para decir cosas de tal modo, que cualquier persona, con un mínimo de sensibilidad, o un máximo de hipersensibilidad, tiene por fuerza que quedar atrapada dentro del círculo mágico. Es una especie de “atraco a mano armada, con alevosía y ventaja”, aunque sin premeditación, porque es verdad que no tenemos más remedio que hacer así las cosas; porque no es que deliberadamente busquemos que las palabras se agrupen en un orden brillante sino que ellas así llegan  y nos asaltan: agrupadas como quieren. Y se necesitaría ser un santo laico, para resistir al encantamiento a que nos someten –primero que a nadie–.

Una voz abierta para todos, su obra como tal es un acto de humildad y de entrega sin tapujos:

Los poetas tenemos que ser más humildes y sacrificar ESO: detenernos menos en nosotros y mirar atentamente todo lo que nos circunda.
En El Tránsito de fuego inventé una palabra: Pluránimo. Si un poeta no es la suma de todas las ánimas, va mal. ¿Y cómo se puede ser eso, si te dedicas a las grandes abstracciones, que te alejan de la carne dolorida de Adán, y te llevan, sólo a ti, a los planos de la Divinidad?
El poeta tiene el secreto del ser del hombre y le dice al hombre como es él, y cómo es Dios. Pero sólo tiene ese secreto cuando, literalmente, entra en el hombre, calla, cuando llega a poseerlo, cuando es el más VERDADERO y amante prójimo –o próximo–  del hombre. Y cuando eres dueño de esos secretos es que estás en Dios. Y se acabó. Si el Nirvana está en el camino de la poesía, el poeta lo halla sin buscarlo.

Su voz no es religiosa en el sentido dogmático, es una voz de una mujer poeta, su labor se convierte en algo más allá de lo común, ella vive en las cosas extrañas a la Tierra, en los cuerpos luminosos como diamantes aéreos, penetrar en los pigmentos de un cuadro, ver reverdecer el tomillo y hacer fiesta de eso, no separar los compartimientos del mundo, un pensamiento aleatorio, surrealismo vital entre las cosas diarias. Por eso, lo poco que podemos pedir, es volver a leer su obra, que circule, fuera de cenáculos y de empresarios de la compra-venta.
Una mujer que nunca le tuvo miedo a la muerte, que su vida fue su fuerte y su diáfana condición de hacerle frente:

Témele a la vida o domestícala. A la muerte no la esperes, porque vendrá sin eso. Claro que no se puede domesticar a la vida, sino al trozo que nos toca o que somos y siempre que formulemos la gran abstracción que se llama “mi vida”. Hay que saberse manejar en la vida; pero no se necesita ninguna sabiduría ni ningún aprendizaje para la muerte. He ahí la gran diferencia. Morir es simple, vivir, en cambio, es la complicación de la simplicidad que es crecer hasta el fin.


En ella esa voz se hace portento y talento de todos, ella como espiga al viento se entregó a la poesía, ese es su experimento y su audacia. Volvamos a tomar las páginas de esa obra sin igual, que sea reeditada y puesta ante nuestros ojos como un certero aleteo de mariposa blanca en medio de la oscuridad; ni más ni menos, ese sería un gran deseo, todos esperamos que suceda. 

MARCELA VALDEAVELLANO | Recuerdo lo dicho por Octavio Paz sobre su calidad insondable:

“Tú, querida, eres de la línea de poetas que inventan una mitología propia, como Blake, como Saint John Perse, como Ezra Pound; y que están fregados, porque nadie los entiende hasta que tienen años o aun siglos de muertos” (Octavio Paz – “Odio” 1975, p. 181)

MÍA GALLEGOS | Es difícil que un poeta logre ser leído en forma masiva, en especial en nuestro tiempo.  La obra de Eunice no es para todo público, es una obra para decirlo de algún modo, para iniciados.  Requiere mucha cultura, mucha concentración y una elevación espiritual que no posee la mayoría de la gente.  Su obra siempre será para lectores cultos, para personas profundas.
Sin embargo, el reconocimiento por su obra ha aumentado en los últimos años.  Se editó su obra completa; empieza a valorarse poco a poco en México, país donde vivió, escribió y murió, país donde no era bien vista debido a sus críticas al estalinismo.  Esa posición esgrimida por Eunice le creó animadversión.
Creo que será poco a poco que su obra ocupará el lugar que le corresponde.

ÓSCAR GONZÁLEZ | No lo considero así. Considero que hay una considerable cantidad de lectores de Eunice Odio. No se hacen pues masas de lectores para ella, ni formando comunidades de lectores u comunidades orientadas hacia el Oriente y el Occidente de Odio. Nada de eso. Y es más: ¿Por qué y cuál es la razón para tener una cantidad de lectores, de qué lectores se trataría, como sería ello y como se propondría la lectura de ella y desde dónde? ¿Cuál sería entonces el carácter de la intención y la tensión para ello? Cada lector de ella, ha de tener una inclinación obsesiva por la luz o por la oscuridad luminosa, por el sentido del misterio, conocer sus tecné insolubles, la temperatura de las hélices de su sueño, y ello no se alcanza por la necesidad de lectores, de ser sus lectores, sino por la inclemencia de la noche transcurrida en el óvalo de las auroras, o sea, como una “iniciación” y que tiene sus pruebas y sus irresoluciones. Y como nos lo dice y dirá Humberto Díaz Casanueva: “Así está ahora, Eunice, dueña hundida de sus líneas primordiales, sus voces bajo terribles cerraduras, sus ojos, cantidades de luz de otro espacio devorante. Así está ella, tal vez sosegada, tal vez sostén, umbral, palabra muda, lúcida. Aquí está su poesía que alguna vez, en algún seminario de algún país de América, será estudiada, interpretada en su vuelo escondido, en su verdad de entraña donde siguen incubándose fuerzas terrestres venideras. Aquí permanece a nuestro lado, necesaria y verde” (Nueva York, noviembre 1974). Ya habrá entonces quienes, lectores de Libro Indeleble de Odio, puedan y sientan la necesidad de hacer esta tarea a la que nos provoca Díaz Casanueva. Ya habrá entonces quienes construyan la Catedral de San Miguel Arcángel, para tratar sobre ella y su obra: “A Elena (Garro) se le ocurrió agregar: ¿Y por qué no te haces devota de San Miguel Árcangel? Instantáneamente me pareció que sí, que ese era, precisamente, el Santo adecuado para un poeta. Lo imaginé –Capitán de los Ejércitos Celestes- bellísimo caballero armado del tamaño del aire, empuñando su prodigiosa espada matutina” (Carta 2.). 

RODRIGO VERDUGO | Sin duda ha existido una revalorización de su trabajo, en este último tiempo. Un libro como “La palabra innumerable: Eunice Odio ante la crítica”, editado por Jorge Chen Sham y Rima de Vallbona, da cuenta de la recepción critica del trabajo poético de Eunice Odio. No hay que olvidar en este sentido a dos poetas chilenos que aportaron a esta recepción crítica. Alberto Baeza Flores y Humberto Díaz Casanueva. También la poeta chilena Margorie Agosin como coautora de una antología tradujo al inglés algunos poemas de Eunice Odio.
La obra de Eunice Odio en mi opinión constituye un legado fundamental en la poesía latinoamericana, es una escritura crucial también comprender el legado de las vanguardias en Latinoamérica.
Es urgente editar su obra completa (así como se hizo con Olga Orozco en Biblioteca Ayacucho de Venezuela) y seguir enriqueciendo exegéticamente  su obra, con nuevos estudios sobre ella. 

ALFONSO PEÑA | La escritora costarricense Rima de Vallbona es una conocedora y divulgadora de la obra de Eunice Odio, en el prólogo al poemario Los elementos terrestres apunta: “Pasemos ahora a la poesía de Eunice Odio: para ella un poema no consiste en el hallazgo sorpresivo ni en una imagen osada, o un adjetivo deslumbrante, inusitado; tampoco es una afición ni un medio de dejar su nombre para la posteridad; es más bien “un destino implacable”, como lo calificó ella, una sostenida ascesis hacia el perfeccionamiento, un supremo esfuerzo de realización integral de su ser. En otras palabras, el poema es para ella un acto mágico-ritual”. ¿De acuerdo a las palabras de la poeta, consideras que Tránsito de fuego, es un tratado de “hechicería lúdica”, un poemario que está regido por los “arcanos y los universos esotéricos”?

AGLAE MARGALLI | El poemario Tránsito de fuego, me parece una obra mayor que manifiesta una gran lucidez y aportación intelectual. No debemos olvidar que la poesía en esencia, vela y revela al mismo tiempo  el misterio y la eternidad que nos contiene. Eunice, como poeta, poseía el valor profético de la palabra y esa aproximación a la videncia que le es otorgada a los grandes poetas.  Hay que recordar las palabras de Rimbaud en su célebre "Carta del vidente" dirigida a Paul Demeny en 1871,  cuando expresa: "El poeta se hace vidente por un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura; busca por sí mismo, agota en sí todos los venenos, para no quedarse sino con sus quintaesencias. Inefable tortura en la que necesita de toda la fe, de toda la fuerza sobrehumana, por la que se convierte entre todos en el enfermo grave, el gran criminal, el gran maldito, –¡y el supremo Sabio¡– ¡Porque alcanza lo desconocido! ¡Porque se ha cultivado el alma, ya rica, más que ningún otro! Alcanza lo desconocido y, aunque, enloquecido, acabará perdiendo la inteligencia de sus visiones, ¡no dejaría de haberlas visto! Que reviente saltando hacia cosas inauditas o innombrables: ya vendrán otros horribles trabajadores; empezarán a partir de los horizontes en que el otro se haya desplomado..."  
En este sentido, la poesía de Eunice apenas comienza a ser valorada en su verdadera dimensión.

CARLOS BARBARITO | Sí, no hay duda. En esto me atrevo a relacionar la labor de Eunice con la de Olga Orozco, otra hechicera que escribió poesía. Me atrae eso del "destino implacable"; el poeta que es empujado, arrastrado a escribir el poema aunque muchas veces se resista, intente ocuparse de otros asuntos. Hay en Eunice Odio, como en Olga Orozco, ecos de antiguos quehaceres, rituales, alquímicos, esotéricos, anteriores a la ciencia moderna, cargados de magia.

ENRIQUE DE SANTIAGO | El desaparecido y siempre recordado surrealista cubano, Carlos M. Luis, tenía una certera frase para describir esa condición que identificaba a todos aquellos que explorábamos las zonas que se encontraban más allá de los acotados límites de nuestra realidad,  las palabras que él usaba eran: “La búsqueda de lo maravilloso”, las cuales son muy pertinentes para definir la poesía de Eunice Odio, ya que ella, participaba de igual manera de esa aventura de vida, que marcó la forma de expresarse de muchos creadores, desde los románticos, pasando por el simbolismo hasta los surrealistas, todos herederos de ese acervo que usaba el metalenguaje para expresar los descubrimientos que cada cual lograba al adentrarse en los universos de lo desconocido. Porque en realidad, la escritura de Odio es eso, una constante aproximación a la particularidad de lo esotérico (lo maravilloso). En sus versos se refleja su proximidad con los elementos mágicos, aunque cabe precisar que esa expresión tiene un cierto acento vernáculo, es decir ella convive con la otredad más próxima a su situación geodésica. Ciertamente en sus versos se percibe el conocimiento de lo hermético y cabalístico venido de otras regiones del orbe, pero su punto de partida, tiene mayor proximidad con lo maravilloso de este sub-continente, es decir, con su imaginería originaria, la que de cierta manera con lo siglos fue mezclada debido a la presencia colonizadora de la cultura europea, de la cual también somos todos depositarios y por ende epígonos. Este sincretismo cultural, se ve reflejado en su poesía, y su original aporte, es haber tenido la claridad de fundir y a la vez tamizar – para distinguir uno de otro-  la suma de elementos simbólicos que dan forma a esta región, develando aspectos que siendo distantes geográficamente, corresponden a una sola realidad o continuum que nace en los márgenes del raciocinio. Ya que desde su primera etapa hasta Tránsito de fuego su poesía está lejos de ser descriptiva, y no hay asomo de algunos aspectos del criollismo, tan presente en las letras del S. XVII hasta los albores del S.XX, porque en ella no hay interés por lo visible, y su vocación es con la realidad inversa y mágica.
La poeta traza entonces una especie de cartografía poética, una suerte de mapa que describe una hechicería del nuevo mundo –hay que tener presente que la inquisición también tuvo negros episodios en Latinoamérica- así que todo eso oculto, y que se formó hace milenios al igual que en el viejo continente, tuvo su símil, en las manifestaciones culturales de nuestros primeros pueblos autóctonos. El animismo, como en Asía, África, y la antigua Europa, tuvo –y tiene hasta nuestros días  una fuerte expresión en el cotidiano de nuestros pueblos. Estos conocimientos arcanos se fueron construyendo gracias a la propiedad mediúmnica de chamanes, hechiceros, brujos y magos, que a partir del S.XV se fueron conjugando con la sabiduría trasladada desde el otro lado del océano, preferentemente por intermedio de masones -quienes trajeron la alquimia y la hermética- y  la llegada de los esclavos que portaban el culto de la santería y el chamanismo africano.  En realidad, si uno mira el conjunto de su poesía, ésta contiene una enorme diversidad manifestada. Por lo tanto, su forma poética está muy acorde con la expresión surrealista, ya que este movimiento no es una escuela literaria como tal - así como tampoco es una escuela pictórica - ni tampoco posee un dogma en su pensamiento o en su constructo, lo que la hace diferente e irrepetible, al igual que otros exponentes de este movimiento en particular, ya que esta se construye desde el ser interior y su experiencia, y el único denominador común es la expresión de lo maravilloso. Es en simples palabras, la eterna búsqueda del alma por aquello que se ubica en la otredad, eso que es extensivo lejos de este plano conocido. Por lo mismo, el rico universo interior de Eunice Odio, le imprime una condición especial a su obra, haciéndola distinta de las otras, conservando solamente aquello que pertenece a lo que ve –con el ojo interior en ese destino implacable que la hace vislumbrar esos mundos distantes, o quizás cercanos si lo planteamos desde un punto de vista cuántico, tal vez allí radica la posibilidad que tiene la poeta, la cual es percibir los acontecimientos que suceden en un plano especular lejano, y que además suceden dentro de sus márgenes interiores. En ese sentido sus poemas anteriores, se manifiestan a través de la sensualidad corpórea, ya sea, el cuerpo de ella o del otro, comienzan desde un ojo, un píe, una mano, que se conectan con cierta atmósfera etérica que le imprime un salto “hacia eso otro”, entonces su vinculación iniciática es a partir de los sentidos, el olfato, el tacto, la vista etc.: sólo veo el día que entra por tus axilas transparentes y te desnuda. Pero a medida que su escritura avanza con los años, la poesía se transforma en otra forma incorpórea posesa de una metonimia más profunda.

FLORIANO MARTINS | Aunque me encante “hechicería lúdica” (bueno, es casi un pleonasmo), lo que más destaco es eso del “supremo esfuerzo de realización integral de su ser”, así es la expresión mágica de las creaciones. De algún modo esta magia tiene que ver con el “Museo salvaje” firmado por Olga Orozco, otra poeta que está cerca del espíritu de Eunice Odio. El ejercicio espiritual sagrado de la creación puede citarse con algunas referencias, como el caso de la intimidad de este libro de Eunice Odio con el ambiente esotérico, pero lo que importa al final es la intensidad poética alcanzada y no su relación temática.
El tránsito de fuego (1957) es un libro difícil, hermético, que se identifica con una compleja familia hispanoamericana que tiene nombres como los chilenos Rosamel del Valle y Humberto Díaz-Casanueva. Los dos son igualmente como que “poetas de culto”. Recuerdo estos dos poetas porque incluso fueron amigos de Eunice; hay una carta de ella, dirigida a Juan Liscano, en que habla maravillas de un encuentro entre los tres en Nueva York, mencionando un poema que Rosamel le ha dedicado, escrito en la altura, que finaliza con esta riquísima imagen: “El mar que nunca vio a Nueva York te revive en su olor a jazmín”.

GUILLERMO FERNÁNDEZ | Desconozco si Eunice Odio tratara de exponer en este libro, principalmente, alguna cábala. Sería artificioso considerarlo así. Sí me parece que el libro se vuelve incomunicativo y evade toda interpelación. Cuando lo leí, hace muchos años, quise entender el propósito, la razón de la autora, la ciencia detrás del verso. Desistí de la tarea. Hoy tengo mis suspicacias con respecto al estilo de Eunice, por lo menos en ese libro. Creo que la poesía debe ser siempre comunicación de lo humano y Tránsito de fuego está en los lindes de la realidad platónica tal vez.

GUILLERMO SÁENZ PATERSON | Tránsito de fuego me parece una “sinfonía coral”, un diálogo entre el hombre y los personajes míticos como Ion; al final del poemario hay una inmensa catedral gótica cubierta de muros resguardada por el guardián. En Tránsito coexisten los seres mitológicos, la atmósfera esotérica, hermética. La catedral siempre está presente en la poesía de Eunice. Ella abre y cierre el símbolo de la catedral, la cierra y la abre… y la abre a la naturaleza, los ruiseñores, la música, los viñedos, hacia las formas más espectaculares de esa metafísica esotérica y que va atravesando las alturas y nos transmite la fuerza cósmica de la poeta.
Considero que Tránsito también es una alegoría donde Eunice se nos presenta como una poeta mística y que tiene “una santidad” muy especial donde purifica su poesía a través  del arcano esotérico.

LUIS FERNANDO CUARTAS | Tránsito de fuego esta cruzado como el lenguaje de un nuevo lenguaje de “Hechicería  solitaria”, su escritura no es la descripción de la callejuela gris, ni del techo húmedo, ni de la cocina hirviendo, ni del pozo de la lágrima, ni el trabajo febril de un alarife. Es todo eso en un estado sublimizado, un poema grande que salva de la pobreza “Mundo” en la que caemos con frecuencia al hacer de la palabra una limosnera de afectos. Volver a esos crepúsculos manchados de violines, establecer diálogos con la urgencia del fuego como destrucción-creación, la magia del verbo hecha en la palabra que al ser pronunciada o calcina o enaltece, crea condición de humanidad para no vivir en abandono, para no ser escarnio y olvido. Este tránsito es lo vulnerable de la existencia pero a la vez una osadía, como acto de iniciación sacra, pulveriza la mediocridad, escarba en las entrañas, sacude la rutina, busca una vocación de universalidad en medio de la dificultad. Eunice, se hace poeta, se construye poema, se convierte en diáspora como viajera por el cosmos de su vida cotidiana, se sumerge en ella y sale renovada, es un libro acto, un libro sin cabecera, sin dientes, es sólo cuerpo que nos sostiene sin aliento entre una serie de poemas, donde la piel se convierte en firmamento, el cuerpo en lo angelical de cada respiración, el deseo en dulce veneno valeroso, la angustia en una espada esgrimida como cetro y tomada por el filo de la vida.

MARCELA VALDEAVELLANO | Muchos años después, leí Tránsito de Fuego, reconocí su tremenda fuerza mística, arquetipal, íntima y colectiva a un tiempo. Es impresionante cómo es capaz de integrar su humanidad, su femineidad y el Todo del encuentro con el otro, que es con ella misma en la profundidad de un corazón compartido. Por supuesto que su obra tiene el poder de un ritual, de una ceremonia integradora y de encuentro con dimensiones desconocidas que la habitan y nos habitan.

MÍA GALLEGOS | Sin duda, Tránsito de fuego, es la obra más plena y lograda de Eunice. Sin duda en este libro está presente toda la experiencia rosacruz, ya que ella tenía un grado alto en esa orden.
No obstante, quiero resaltar más allá de lo esotérico, que Eunice Odio, dentro de las vanguardias, no es propiamente una poeta surrealista y esta noción ella precisamente la niega.  Eunice Odio es una creacionista extrema al estilo de Huidobro.

ÓSCAR GONZÁLEZ | Quizá decir que Tránsito de fuego “es un tratado de hechicería lúdica”, sería como indicarlo o maniobrarlo hacia allá y condicionar su abismo o su vacío, pues ¿qué hechicera es lúdica? Yo diría que es sobrenatural en ella. No estaba en Eunice Odio ni era del devenir y el diseminar de su deseo, de su visión heracliteana o de la densidad concentrada de la transparencia de sus visiones, de la oscuridad de su delirio, de la metódica de su obsesión, de la cantidad de onirismo que se realizaba en ella misma. Es también como una posesión sobrenatural, lo que se da en ella. Y esa posesión no puede ser transmitida, se oscurece ante ella. Ve y no ve, podría decirse de lo que en ella se consuma o hace combustión de la visión de lo desconocido y de la realidad a la que su visión está sometida. Ya que cuando se tiene que asir a la red de lo que llamamos realidad entonces se extravía el hilo de lo inasible, y ella vivía esa tensión entre la necesidad de la realidad y la posesión de lo inasible. Como lo decía sobre Remedios Varo: Ciertamente, esta artista nos dio lecciones inolvidables acerca de todo lo que es bueno reflexionar; sobre lo que vale la pena de ser sentido, a propósito de todas las incógnitas que rodean al ser y lo lanzan a las aventuras del espíritu, ya sean éstas grandes y maravillosas; ya tengan el tono de la humildad de la aventura milagrosa que millones de seres viven tantas veces sin casi darse cuenta.”. Nunca sabemos lo que vivimos, pero sabiéndolo se hace también incomunicable a los otros. Tremenda crisis suscitaba en ella está contradicción irresoluble. Tremendo extremo de sí misma ante ella. 

RODRIGO VERDUGO | Absolutamente. Tránsito de fuego, revela una gran afición a la teosofía, más que un libro es el resultado de una gesta personal, los planos de un mundo que se funda intelegiblemente y donde al igual que Novalis, la muerte  es el único plano donde lo simbólico se puede experimentar. 

ALFONSO PEÑA | Eunice Odio, fue una “vanguardista solitaria”, su escritura y pensamiento de muchas formas se vincula con el surrealismo; ella no creía en los “salones de la fama” ni en la vacuidad de la poesía panfletaria o perfumada. Eunice fue “llama de libertad”, “mujer valiente”, “creadora vidente e irredenta”. Vivió hasta el fin de sus días con la premisa: si me dan un gran poema a cambio de la miseria extrema, y que solo un poema grande, elijo el poema grande, aunque sea solo uno”. Y sentenció: “¿para qué quiero ser rica si soy poeta?”

AGLAE MARGALLI | Puedo decir que de esta misma manera comulgo con la poética de Eunice Odio cuya verdadera aportación a la literatura apenas comienza a darse.

CARLOS BARBARITO | Nada más verdadero, auténtico que esta pregunta. Pienso y siento lo mismo desde que recuerdo. Claro, el salario que se recibe es la soledad, incluso el desprecio de los otros. Por ello se paga un alto precio. Pero qué ganancia más elevada que poder escribir: "Aprisionada en cárceles de espuma,/ en la medida de tu cuerpo,/no veo pasar la noche,/sólo veo el día/que entra por tus axilas transparentes/y te desnuda."

ENRIQUE DE SANTIAGO | La poesía, así como todas las artes creativas, escogen caminos o formas distintas de expresarse dentro de una sociedad, este camino estará determinado por el creador y sus circunstancias. Generalmente aquellos (as) que brillan de forma distinta –casi única tienden a ser incomprendidos en su momento, lo que es casi una constante en la historia de las artes, y podemos citar a Johannes Vermeer de Delft en la pintura o a Rimbaud en la expresión poética. Son seres que escriben para otros tiempos venideros. En el caso de Eunice Odio, ella va un paso adelante en el aspecto evolutivo en lo que se refiere a la esencialidad del espíritu, y por ende sus contemporáneos aún no estaban listos para percibir la sustancialidad profunda de su obra, con esto no quiero asegurar, que hoy en día todo el mundo lo está, pero por cierto en estos últimos tiempos, sí existe una mayor audiencia disponible, que sí encontrará sentido en sus versos y su construcción metafórica o simbólica. Eso sí, hay que hacer una aclaración, ya que debido a que su poesía está cargada de símbolos, su poesía no es en ningún momento alegórica, sino que va más allá, y sobrepasa esta medida que se afirma en realidades más concretas, ya que el nivel sígnico expresado es mucho más complejo que el intentar expresar una idea en términos reconocibles, su palabra conjugada va más lejos, su trato es con una surrealidad ignota, que a partir de su captura –la que realiza la poeta  se nos hace presente y cognitiva, entonces ella se convierte es una recolectora de imágenes que no existían hasta su alumbramiento en el plano vacío de una hoja de papel.  En este aspecto Eunice Odio, no se dejó tentar por la escritura fácil o complaciente, y prefiere el camino en solitario, honesto y alejado del aplauso y los reconocimientos, prefiriendo cuidar el talante y la altura de sus escritos, no renunciando a aquello que ella consideraba verdadero,  y en ese sentido fue coherente con sus dichos, la poesía le dio más de un poema verdadero, en eso no hay dudas, y es común encontrar versos que nos conmueven profundamente en la extensión de su obra.

FLORIANO MARTINS | Una “vanguardista” fuera del período aceptado como ambiente de las vanguardias, que es otra curiosidad. La crítica comprende que la vanguardia poética latinoamericana se realizó entre los años 20 y 30. Un límite que ha generado algunas equivocaciones. El argentino Oliverio Girondo, a pesar de haber sido “vanguardista” en sus primeros libros, es recordado como el poeta innovador gracias a su libro En la masmédula, que fue publicado en 1956. Por otro lado están los poetas que pertenecen al período pero que son inexpresivos como representantes de una vanguardia, sin que eso impida la repetida referencia a sus nombres. Algunos casos: la peruana Magda Portal, el brasileño Guilherme de Almeida, el cubano Emilio Ballagas. Yo siempre pienso que el trabajo más grande del siglo XXI es la corrección de los errores de la crítica y la historiografía en el siglo anterior.
Eunice por supuesto ha contribuido con su marginalización, en lo positivo, por no coincidir con muchas premisas de la época, ni aceptar las piedras falsas del camino. ¿Su relación con el surrealismo? Es un tema delicado, pues sabemos de la fijación de muchos creadores en nuestro continente en fundar una estética (que sea: un –ismo) propia que de algún modo lo aparte de Europa. Pero recordemos la magia de la poética de Eunice Odio, recordemos que el capítulo de apertura de su libro Territorio del alba se llama “Pasto de sueños”, recordemos que cuando escribe que no acepta el surrealismo se refería a la palabra, no al movimiento, y por último recordemos unas palabras suyas en el ensayo “El surrealismo en la pintura de México”,  cuando afirma que el surrealismo “no pone trabas a la imaginación, ni al valor personal, ni a ninguna de las calidades espirituales, ni a nada de lo que consideramos inmensamente bello y valioso”. Que no fue una adepta formal del movimiento, eso es verdad. Pero igual es verdad, que tampoco muchos de los más esenciales artistas vinculados al surrealismo en nuestro continente lo fueron. ¿Una contradicción? De modo alguno, si uno piensa que el surrealismo jamás quiso ser una escuela.

GUILLERMO FERNÁNDEZ | Me parece que Eunice fue como ella quiso ser. Ese sería su camino totalmente respetable. Con su talento, tal vez uno quisiera haber leído de ella una prolongación de sus primeros libros, pero no fue así. Creo que se perdió en su lenguaje, uno que pocos pueden penetrar. No considero que el hermetismo por sí solo sea glorioso. Todo esto solo puede alimentar el mito innecesario. De los poemas de Eunice sé cuáles son los que me gustan y los que no entiendo. Simple. Los que entiendo son insuperables y tenían que ver con la visión de una gran artista. Sus complejos diseños poéticos –y esa es una opinión muy personal–, solo son pasto hoy día de especialistas.

GUILLERMO SÁENZ PATERSON | Concuerdo en que Eunice es una poeta sustancial, transgresora, que se enfrentó a la incomprensión de sus congéneres en los diferentes ámbitos donde vivió: llámese Costa Rica,  México…  Hace unos días estuve revisando algunos documentos donde se narran sus desgracias en tierras mexicanas, cuando fue aislada y “ninguneada” por las hordas estalinistas mexicanas… Realmente fue doloroso y terrible y todo eso la llevó a la autodestrucción, el alcohol, quizás el suicidio.  Lo trascendente es que ella era genuina y valiente y los verdaderos poetas escogen los grandes poemas… yo rememoro todo el tiempo su verso: “Señor, señor, libérame de la eternidad…”.  Podemos admitir que con respecto al surrealismo, quizás ella no fue una adepta, ni su escritura fue totalmente surrealista, sin embargo su filosofía de vida, su “estilo de vida” era surrealista al igual que otros poetas latinoamericanos que plasmaron un pensamiento y una obra en plena libertad e imaginación surreal.

LUIS FERNANDO CUARTAS | La mayor riqueza es la poesía, que gran poder tiene esa frase. No hay vuelta atrás, o se es poeta o se es mendigo, lo peor es que entre nosotros los mendicantes no son goliardos, más pasan por buscar dádivas y hacer congresos en el abismo. Una poesía de posesa, poseída en su voluntad creadora, poema vivido, asumido y compartido como el pan del día entre el gorrión y la tórtola sin jaula. Próxima a San Juan de la Cruz y a Teresa de Jesús, pero más humanizada entre su errar de un lugar a otro y sus momentos de paz y ciencia, la paciencia de su obra en el altar del alcohol y la pureza, entre el hambre y la resistencia, entre la gracia y la voluptuosidad, entre el sol benéfico y la luna como diosa Blanca protectora y maga. Hacerse un poema grande, convertirse en poema que camina, sumergido entre las penas, aflorado entre los cánticos, así su miseria extremanoches, aunque enflaqueciera en vida, su cuerpo herido y profanado, ahora estará en un lugar donde sólo los que han vivido entre poemas, saben el color de  su existencia.
Saludo Eunice
La caracola despierta, saca su ojo húmedo entre la espuma sacra,
Es Vulva, es Venus, es la hija del océano, gira con todo, no hay barco que resista sus ventiscas. Una tarde se le vio salir con su perrito oscuro, sólo le ladraba a las piedras y al centauro vestido en una nube. Ella, tomaba las hierbas del jardín para dibujar oráculos, se desvestía entre la roja arena y hablaba con una vihuela dejada tirada entre un canasto, como instrumento del olvido con sus cuerdas aún vivas para sonar sólo en las noches. Saludo Eunice, busco una grieta para pasar al otro lado donde tu habitas, habrá una palabra sésamo, que derrumbe el silencio y salga a borbotones tu  vía láctea, chorros de luz blanca, manantial de la abundancia, donde se puede tomar el seno lirio y la azucena envenenada, el licor del cielo y el beso del infierno tierno, la palabra nueva y el abrazo inmenso. 

MARCELA VALDEAVELLANO | Una mujer de su calado, no podría jamás vivir en “la realidad” obtusa y panfletaria de la poesía de tono telenovelesco y baladí. Su poesía es un tratado místico universal, que nos dota a las mujeres de una fuerza inédita y profunda.

MÍA GALLEGOS | En realidad ella se mantuvo fiel a esta visión de mundo.  Fue, sin duda, una poeta vanguardista, que no surrealista.  Era una gran solitaria, de ahí su grandeza y profundidad. Fue vidente, a la manera de Rimbaud y siempre supo que escribía para una minoría. 

ÓSCAR GONZÁLEZElla trato de vivir en esa intensidad, de la aquí se trata, pero no contra nadie, no como una manera de ser ella en lo que hacía, no como un escándalo de su vida, sin relaciones con nadie sino con la nada del misterio, el vacío de lo desconocido, la inquietud por causar en ella la necesidad de otro mundo por medio de la incendiaria posición crítica ante una realidad, como decíamos hacemos un momento y desde allí, al formar su visión, la videncia como se lo decía Rosamel del Valle y como ella la sentía, tenía que buscarse entre Orfeo y Lilith, como los médiums para ser ella, para llevar una vida contraria pero no a la de los demás, sino a su vida misma. Ya que estar en contra de los demás, es como no estar en contra de nada. Es no tener que buscar hacer historia sino ser en sí misma la invocadora del sueño o de la muerte, en el instante o sea, sin historia. Nadie conoce sino lo que le ha sido dado conocer. Y sentir. “… Debo decirte que ahora estoy en el 2º Grado Superior del Templo. Quiere decir que acabo –en el 1º Grado-, de iniciar los estudios superiores de la Orden Rosacruz. Y ahora sí se nos están dando las primeras nociones de la Kábala. ¡Qué cosa tan fascinante es el número y qué misterioso asunto!” (Carta 25). Con ello sentenciamos nosotros, con la inmensidad inabarcable de ella ante nosotros: “Así es tu terrible Presencia,/así tus manso que rozan y desnudan/esta fragante especie de mendigos,/vestidos como los astros y los laureles”. (Arcángel Miguel). Trastorno del poder de la realidad  ante el poder imantado e inasible de la poesía. Nadie muere de hambre si ha decidido por buscarse en lo desconocido que aún llama, en medio de la oscuridad del exterminio.

RODRIGO VERDUGO | Eunice Odio nos dejó una lección de vida y obra para todos los poetas latinoamericanos, su insobornabilidad, su consagración a la poesía, son un ejemplo a seguir por todas las nuevas generaciones de poetas costarricenses y latinoamericanos.


NOTAS
● AGLAE MARGALLI (México, 1956). Poeta, ensayista, gestora cultural. Ha publicado Las lumbrerías de la California; Poemas desde el claustro, Los delirios de la lengua. Colaboradora de Agulha Revista de Cultura y Matérika.
CARLOS BARBARITO (Argentina, 1955). Poeta, ensayista y crítico de arte.  Ha publicado alrededor de 20 volúmenes de poesía y artes plásticas. Buena parte de sus textos han sido traducidos al inglés, francés, portugués, griego, persa, holandés. Se desempeña como corresponsal de la revista Matérika.
ENRIQUE DE SANTIAGO (Chile, 1961). Artista visual, poeta, ensayista, curador y gestor cultural. Ha publicado varios libros de poesía y ensayo. Desde el año 1984 expone en muestras individuales y colectivas. Es integrante y participa de las actividades del Grupo Surrealista Derrame, desde el 2004.
FLORIANO MARTINS (Brasil, 1957). Poeta, ensayista, editor y traductor. Dirige Agulha Revista de Cultura y ARC Ediciones.
GUILLERMO FERNÁNDEZ  (Costa Rica, 1962). Poeta, narrador y editor.  Ha publicado libros de poesía, cuento y novela. Entre algunos de sus títulos mencionamos Danzas, Nebulosa.com, Hagamos un ángel.
GUILLERMO SÁENZ PATERSON (Costa Rica, 1944). Poeta y ensayista. Entre algunos de sus poemarios editados están Oda al Márques de Sade, Paranoxia, Aurora de la rosa. Colabora con algunas revistas como Punto Seguido, Matérika.
LUIS FERNANDO CUARTAS  (Colombia, 1959). Poeta, ensayista y collagista. Integra la Planta de Creación de la Revista Punto Seguido (1979). Sus textos se dan a conocer en las revistas Dunganon, Matérika, Agulha Revista de Cultura, Realidad Aparte.
MARCELA VALDEAVELLANO (Guatemala, 1951). Artista visual con galardones internacionales como Mención Honorífica en la XIII Bienal de São Paulo, Brasil, y VIII de Viña del Mar, Chile. Escritora y poetisa, estudia con Augusto Monterroso (1981)  y Humberto Costantini (1982) México D.F. Premio único de Cuento, Generación del 40, Guatemala, 1990.
MÍA GALLEGOS (Costa Rica, 1953). Es periodista y escritora. Ha publicado alrededor de seis libros de poesía. Ha recibido en dos ocasiones el Premio Aquileo J. Echeverría en el campo de la poesía. La entrevista imaginaria con Eunice Odio fue escrita originalmente para radio.
● ÓSCAR GONZÁLEZ (Colombia, Medellín, 1958). Poeta, ensayista e  historiador. Integra La Planta de Creación de la revista Punto Seguido. Ha publicado: La ciudad soñada; Pincel de hierba; La trompeta de mercurio.
RODRIGO VERDUGO (Chile, 1977). Poeta y collagista. Coeditor y articulista de la Revista Literaria Derrame. Miembro del Grupo Surrealista Derrame. Su obra ha sido publicada en revistas y antologías chilenas y extranjeras. En el 2002 publicó su primer poemario: Nudos velados.



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Organização a cargo de Floriano Martins © 2016 ARC Edições
Artista convidado | Francisco Zuñiga (Costa Rica, 1912-1998)
Agradecimentos especiais a Alfonso Peña y Rima de Vallbona
Imagens © Acervo Resto do Mundo
Esta edição integra o projeto de séries especiais da Agulha Revista de Cultura, assim estruturado:

1 PRIMEIRA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
2 VIAGENS DO SURREALISMO, I
3 O RIO DA MEMÓRIA, I
4 VANGUARDAS NO SÉCULO XX
5 VOZES POÉTICAS
6 PROJETO EDITORIAL BANDA HISPÂNICA
7 VIAGENS DO SURREALISMO, II
8 O RIO DA MEMÓRIA, II
9 SEGUNDA ANTOLOGIA ARC FASE I (1999-2009)
10 AGULHA HISPÂNICA (2010-2011)

Agulha Revista de Cultura teve em sua primeira fase a coordenação editorial de Floriano Martins e Claudio Willer, tendo sido hospedada no portal Jornal de Poesia. No biênio 2010-2011 restringiu seu ambiente ao mundo de língua espanhola, sob o título de Agulha Hispânica, sob a coordenação editorial apenas de Floriano Martins. Desde 2012 retoma seu projeto original, desta vez sob a coordenação editorial de Floriano Martins e Márcio Simões.

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